José A. Ramírez Nuño
Desde hace 24 años las dos Provincias Trinitarias de España celebran unas jornadas de estudio de la obra y personalidad de San Juan Bautista de la Concepción, Reformador de la Orden Trinitaria. Este año ha tocado celebrar las Jornadas en Córdoba y junto con los religiosos venidos de ambas provincias, hemos participado un grupo del Laicado, que en realidad éramos la mayoría.
Dicen que los pueblos que olvidan su historia, ni viven el presente ni preparan el futuro. Dentro del temario, ha abundado el estudio del pensamiento de S. Juan Bta. sobre la Regla Trinitaria y qué entendía de verdad S. Juan Bta. en su afán de reforma y de vuelta a los orígenes, que ciertamente no eran una vuelta material, sino al fundamento de fraternidad, sencillez, contemplación trinitaria y amor a pobres y cautivos. Y toda la vida del trinitario, sus privaciones, ayunos y renuncias irán encaminadas a ese doble fin.
Se han pronunciado hermosas ponencias. Por primera vez de las que yo he asistido, ha salido con bastante insistencia el tema de la Sma. Trinidad y de la grandeza de este título, para el que viste el hábito trinitario, que ha sido elegido como vaso escogido para llevar por el mundo el nombre de la Sma. Trinidad.
Siempre basándonos en textos de S. Juan Bta. se sigue profundizando en el carisma trinitario de glorificación a la Trinidad y el amor a pobres y cautivos.
Un poco a parte de esta idea dominante de la Regla Primitiva y la Reforma ansiada y llevada a cabo por el Reformador, hubo una comunicación sobre el Concepto de Salud y Enfermedad en S. Juan Bta. El ponente, sin ánimo de ser exhaustivo y partiendo de las definiciones de la OMS de salud y enfermedad, fue explicando la sabiduría del Santo Manchego en estos campos.
Pero como hombre lleno de Dios, aunque no rechazaba a los médicos y a las medicinas, él sabía y confiaba en que el verdadero médico es Dios y las medicinas más eficaces, el hábito descalzo, la penitencia y la oración.
No me resisto a transcribir algunas de las frases y trilogías cargadas de sentido del Santo: “En Dios está vuestro amparo, remedio, sustento, comida, honra, vida y salud” I, 168. El Señor “es mi vida, mi salud, mi bien. Quien se aparta de Dios “pierde la vida, la honra, la salud y el contento” I, 499 .
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